domingo, 8 de febrero de 2009

¡Inocente!

Estamos ante una historieta corta de 8 páginas (disponible en el nº92 "Terroristas" de la colección Olé Grande) mucho más buena de lo que pueda parecernos inicialmente. Y es que las historietas de Mortadelo y Filemón sobre inocentadas suelen ser muy lineales y con una tónica muy constante: una lucha por crear inocentadas que se ven frustradas por intentonas fallidas, y el que quiere propiciar la inocentada la acaba recibiendo. Si tenemos en cuenta que uno de los hilos clásicos de las aventuras de Ibáñez es la de que ocurra lo contrario de lo deseado (Filemón intenta golpear a un gángster y acabar recibiendo él, o proteger a alguien y que acabe recibiendo, matar a alguien y que no reciba ni golpe, etc) tenemos, pues, que dichas aventuras no aportan nada nuevo, siendo lo único especial el ver un calendario con una fecha peculiar (la del día de los santos inocentes). Tenemos como ejemplos la cutrísima (tanto de guión como de dibujo) historia de cuatro páginas "inocentadas a porrillo" y otra de ocho páginas de 1990 "¡inoceeeenteee!". En la primera el frustrado es Filemón y en la segunda el Súper.
En estas aventuras Mr.Calendario toma un protagonismo insólito ...


Con tal panorama es sorprendente que esta historieta de ocho páginas que vamos a analizar ahora tenga el nivel de sorpresiva y gustosidad que tan poco auguraba su título. Y es que una de las claves de dicho éxito es que todos triumfan y fracasan a la vez, hasta tal punto que no sabes si la inocentada tendrá éxito o si fracasará. En las anteriores sabíamos de antemano que fracasarían, pero en esta ocasión se nos sorprende con inesperados triumfos. Pero es que, además, ni siquiera sabemos cuándo van a efectuar una inocentada, porque sí que es cierto que un personaje puede decirle al lector qué inocentada va a gastar, pero entonces nos encontramos que la víctima tiene una inocentada preparada que utilizará sin previo aviso y para contrarestar la inocentada programada. Este es el ejemplo de Filemón, que nos avisa del uso de una esponja de agua para mojar la mano del prójimo en un apretón y Mortadelo, sin aviso, usa un clavo para espachurrar la mano de, en este caso, Filemón.
El entintaje de la historieta no es muy bueno, pero en viñetas como esta gozamos de una buena línea y definición.

Siguiendo lo comentado anteriormente, encontramos la doble sorpresiva de tener éxito y fracasar. Mortadelo parece tener la inocentada infalible del clavo en la mano, pero cuando va a gastársela al Súper este nos sorprende con un enchufe que electrocuta a Mortadelo. Parece que lo desconocido le gane la partida a lo conocido, por lo que parece que las inocentadas, cuando las conoce el lector, tienden al fracaso más rotundo. Además, podemos constatar que pocas veces insisten más de una vez en utilizar una misma técnica seguida en las aventuras de Mortadelo y Filemón (siempre que un plan falla prueban de realizar otro, aunque en alguna ocasión han repetido un mismo plan consecutivamente, pero pocas veces). Y ese detalle también marca una excepcionalidad en la obra.
El éxito y el fracaso de un mismo acto, aquí no hay ni ganadores ni perdedores ...

Pero es que lo delirante se refuerza con la trepidante continuidad de los sucesos. Y es que la gloria por el triumfo de la inocentada dura poco, porque constantemente suceden las desgracias a un ritmo inesperado y rápido. Tenemos que el Súper que ha electrocutado a Mortadelo le destrozan inmediatamente (y a modo de inocentada involuntaria) la chaqueta, con el cable de su enchufe. Esta rapidez viene potenciada por el triple juego de personajes, como si de actores de teatro se tratasen. La tónica es que 2 personajes interactuen entre ellos mientras que el tercero se prepara para dar una sorpresa. Y es que el tiempo de espera no es en vano porque, sin que el lector lo sepa, el tercer personaje se monta una escena en la que prepara la inocentada. No lo vemos, pero mientras el Súper abofetea a Filemón, Mortadelo está poniéndose el clavo en la mano, y mientras Mortadelo pincha a Filemón el Súper se está poniendo el enchufe, siempre con este juego de suplencias, en que dos actúan, el tercero espera y substitulle a uno de los dos.
Mientras dos están haciendo el panoli, el tercero se prepara para entrar en acción ...

El efecto de este recurso, no obstante, debe durar poco (de lo contrario se volvería en una tónica repetitiva), es por ello que apenas dura 2 páginas (aunque se entremezcle más adelante con otros recursos). Entonces Ibáñez se dio cuenta de algo que, posiblemente, no se ha dado con frecuencia en las aventuras de Mortadelo y Filemón: y es la alteración de jerarquías. Normalmente hay la figura del responsable y el torpe (en que es el responsable el que acaba sufriendo la estupidez del torpe). Suele suceder, o bien Mortadelo hace de torpe y Filemón de responsable, o bien ambos hacen de torpes y el Super hace de responsable. Pero en esta ocasión, al estar todos de cachondeo con las ansias locas de dar tortazos e inocentadas, los tres juegan el papel catastrófico. Es por ello que era necesaria la incursión de un personaje que jugase este desgraciado papel responsable: en este caso se inventa un Director General (distinto al gordinflón bigotudo canoso de la época de los 90).

¡No vaya con los ojos tan cerrados y ábralos para estar más atento!

Con dicha incursión la dinámica se vuelve más tópica, haciendo el Súper de torpe y el director general de responsable, aunque se sigue con el juego de las inocentadas exitosas pero con dicho efecto en una víctima inesperada (cosa que ya cambia la dinámica porque hasta ahora las inocentadas surgían efecto en las víctimas previstas). Al cabo de una página se cambia de nuevo (para no caer en el tópico) y se regresa al juego a 3 bandas mezclado con el éxito de las inocentadas en una víctima no prevista. Eso dura 1 página (la cuarta) y a la quinta se vuelve al tópico anterior con la reaparición del Director General, pero en esta ocasión la peculiaridad es que es ahora cuando conoce la existencia de Mortadelo. Puede parecer que este sea el fragmento más aburrido y tópico de todos, pero es vital que reconozca a los agentes para otro ritmo que se dará próximamente.
Cada uno a su rollo, sin que lleguen a enterarse de lo que pasa ...

Y es que, un rato después de conocer el director general a Mortadelo, este le gasta una inocentada al director General, suceso que transforma repentina y bestiajamente el modo de actuar del director general. Hasta el momento todas las desgracias sufridas por los éxitos indirectos de las inocentadas no eran contempladas como tales por el Director General, sino que eran entendidas como torpezas del Súper. Pero no es hasta la página 7 que el director general se da cuenta de la pesada broma que le gasta Mortadelo al disfrazar al director general de Mortadelo para que el Súper le abofetee por error (siendo este el objetivo de la inocentada). Es aquí cuando cree entender que tanta majadería no era fruto de la inutilidad de los inquilinos de la sede sino que, simplemente, lo hacían a drede y él se llevaba el pato. Por lo que, como antes he indicado, la psicología del Director General cambia y pasa de responsable a torpe, teniendo ansias destructivas y uniéndose a la fiesta de las inocentadas, queriendo gastar una bien sonada a todos a la vez. Y para lastimar a más de una persona de un solo golpe, ¿qué mejor que una bomba?
La gran revelación que cambiará el modo de actuar del director general ...

Y aquí se llega al mayor grado del climax de la obra. Puesto que en la ficción absurda el delirio ilógico suele finalizar con una explosión final (cuando algo se desmadra lo último que puede pasar es que todo explote). Pero aquí no sólo encontramos lo previsible de la frustración de la inocentada por parte del personaje que le ha tocado hacer el papel de desgraciado, sino que encontramos ese detalle divertido de "el arma bestiaja que supera al arma" que se da con el juego de disraces en "concurso oposición" y "el disfraz, cosa falaz". Una granada nos parece destructiva, pero es contrarestada por otras bombas de aún más bestias (Bomba de hidrógeno, bomba redonda y dinamita) que encima tienen el lujo de unirse en una explosión múltiple que dará fin a la historieta (y al poco bienestar del pobre director general, que seguramente debió dimitar de su cargo tras los sucesos).
Mejor que se dedique a la seriedad, oiga, que la cafrería no es lo suyo ...

Quizás un gazapo importante que encontramos es que parece ser que el director general sea consciente de la presencia de Filemón, cuando no se han visto ni una sola vez en la historieta. Pero se puede justificar pensando que el director general se vio encegado por acumular tantos tortazos de tal manera que no es que se quisiese vengar de sus verdugos sino que, simplemente, quería gastar una gran broma a todos los integrantes de la sede que se cruzasen por el medio.
¿A estas alturas Filemón no es capaz de reconocer la voz de Mortadelo? ¿O es que el Inspector General es un genio de la imitación de voces?

En definitiva tenemos una historieta que, de por sí, supera su propia expectativa. No podemos hablar de un clásico porque no tiene la exquisitez de los grandes títulos, pero tiene la frescura de relatarnos una aventura que convina y se deshace a la vez de la tónica habitual de los agentes. Una historieta de inocentadas no es para nada buena, pero si se rompen las normas como en este caso puede volverse en una aventura más que entretenida.

De las pocas veces que sonríe tras esconderse de una persecución (¿quizás la única?, sin contar la licencia en la adaptación de una historieta en la animación de BRB)

1 comentario:

Víctor 1988 dijo...

Coño, qué habilidad tienes de sacar tantísimo jugo de una simple historieta de ocho páginas... Me has sorprendido gratamente.

Claro, con tanto análisis poco tengo que añadir yo ya... Sólo quiero decir que en las variadas historietas sobre inocentadas que hay publicadas en los Olés, en la mayoría (si no en todas), la peor parte se la lleva Filemón, como es habitual.